Temas
- GESTIÓN DE PERSONAS
- POLÍTICOS Y BURÓCRATAS
- DIRECTIVOS PÚBLICOS
- AMÉRICA LATINA
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Resumen: en América Latina, la gestión de personas en el Estado enfrenta un problema cultural que obstaculiza el progreso en este ámbito. Esta monografía propone once reglas, destacando la necesidad de diferenciar las carreras de políticos y burócratas, así como otorgar un papel fundamental a la política en las reformas.
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1. Diferenciar las carreras de políticos y burócratas o profesionales de la Administración del Estado
¿Qué podemos hacer en América Latina, donde la relación entre políticos y burócratas o profesionales de la Administración está bastante politizada y gran parte de las veces es el nudo que no permite hacer reformas?
Es fundamental considerar que la referida separación no es un mecanismo de impermeabilización sino por el contrario, un ajuste donde dirección y ejecución sintonizan para una mejor gestión hacia el ciudadano. Claramente la búsqueda y consolidación de una dirección pública profesional es uno de los esfuerzos más determinantes para este logro. Aún estamos lejos de esta aspiración, pero la experiencia de Chile con el sistema de alta dirección pública nos puede facilitar y mostrar parte relevante del camino a seguir.
4. Instaurar la figura del directivo público como engranaje y traductor de la política en la gestión de los servicios públicos
El sistema de alta dirección pública chileno nos muestra que, a nivel regional, pueden darse escenarios o circunstancias donde sea posible establecer una franja directiva en la Administración del Estado. Se trata de un modelo híbrido de nombramiento de altos directivos públicos inspirado en países como Nueva Zelanda, Australia, Canadá, y Estados Unidos. Involucra elementos de meritocracia, pero requiere también la confianza del gobernante de turno. En su proceso de implementación, ha habido fricción entre los actores que persiguen la libre designación de los cuadros directivos y aquellos que buscan introducir elementos de mérito en la selección directiva en pos de mejorar el funcionamiento de las instituciones públicas.
A continuación se muestra un cuadro comparativo con algunas características generales de diversos modelos de alta dirección pública.
6. Implementar una política anticorrupción eficaz
Hay que enfrentar la corrupción no solo como un problema de conductas desviadas del marco legal y valórico, sino como una actividad que nos impide contar con decisiones públicas adecuadas y eficientes de cara a los ciudadanos. Los códigos de conducta y sistemas de integridad deben implementarse de modo eficaz, con un fuerte énfasis preventivo y con capacidad de resolución de conflictos. La experiencia de los países del norte de Europa nos permitirá incorporar una mirada de gestión de la integridad en las instituciones públicas, lo que se recomienda observar con detenimiento.
9. Modificar los actuales modelos de gestión del desempeño por herramientas simples que aseguren un marco relacional fundado en la confianza y la equidad organizacional
Un sistema interesante de medición del rendimiento es el canadiense, que no solo toma en cuenta los objetivos de resultados concretos que tienen que cumplir los servidores, sino que además considera la forma en que se ejecutan estas actividades en la interrelación con otras personas.
Finalmente, es preciso señalar que la permanencia de un servidor público en un cargo debe estar estrictamente relacionada a su rendimiento objetivo, cuestión que, en muchos de nuestros países, queda anulada bajo una incorrecta comprensión del principio de estabilidad de la función pública.
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En1Minuto N°432: Once reglas para el cambio. Gestión de personas en el Estado como problema cultural en América Latina.
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